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Mecanismos de la patogenia bacteriana

 

Mecanismos de la patogenia bacteriana 

Durante los cuatro últimos decenios, los estudios moleculares sobre la patogenia microbiana han arrojado una cantidad considerable de información acerca de las diferentes moléculas, tanto microbianas como del hospedador, que contribuyen a los procesos de la infección y la enfermedad. Estos procesos se pueden clasificar en varias etapas: encuentro del microorganismo con el hospedador e incursión; multiplicación microbiana tras su ingreso; estrategias para evitar las defensas innatas del hospedador; invasión y tropismo hísticos; lesión de los tejidos y transmisión a nuevos hospedadores. La virulencia es la capacidad mensurable que tiene un organismo para provocar la enfermedad y depende de los factores patógenos elaborados por los microbios. Estos factores favorecen la colonización (simple presencia de microorganismos potencialmente patógenos sobre o dentro de un hospedador), la infección (unión y crecimiento de los patógenos y limitación de las defensas del hospedador) y la enfermedad (que a menudo, aunque no siempre, refleja las actividades de las toxinas o los metabolitos tóxicos secretados). Además, la reacción inflamatoria del hospedador a la infección contribuye de modo notable a la aparición de la enfermedad y de sus signos y síntomas.

Entrada y adherencia microbianas

Un microorganismo patógeno puede, en teoría, penetrar en el hospedador por cualquier parte. Por lo general, el tipo de enfermedad generada por determinado microbio suele ser consecuencia directa de su vía de acceso al organismo. Los sitios de entrada más comunes son las zonas del cuerpo que están en contacto con el ambiente, como las mucosas (en especial las de los aparatos respiratorio, digestivo y genitourinario) y la piel. Otras vías de acceso habituales son la ingestión, la inhalación y los contactos sexuales. Asimismo, pueden servir como puertas las lesiones de la piel (p. ej., cortes, mordeduras, quemaduras, traumatismos) y la inyección por vías naturales (es decir, transportadas por vectores) o artificiales (es decir, lesiones por agujas). Pocos microorganismos patógenos penetran a través de la piel íntegra, como ocurre con Schistosoma. La conjuntiva es la puerta de ingreso para determinados microorganismos patógenos oculares, que algunas veces se diseminan desde este sitio por vía sistémica.

El ingreso del microbio depende de la presencia de un conjunto de factores específicos que necesitan los microbios para poder persistir y proliferar en un tejido. La propagación fecal-oral a través del aparato digestivo requiere que el microorganismo posea una biología compatible con las necesidades de supervivencia en los diferentes ambientes del aparato digestivo (como el pH ácido del estómago y la concentración elevada de ácidos biliares en el intestino), así como en los alimentos y el agua contaminados fuera del hospedador. Los microorganismos que consiguen penetrar a través del aparato respiratorio son casi siempre aquéllos que sobreviven bien en las pequeñas gotitas de humedad que se generan al estornudar o toser. Los agentes patógenos que ingresan a través de las vías venéreas suelen sobrevivir mejor. 





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